El la Grecia y Roma antiguas, los espíritus de los muertos solían adoptar la forma de sombras oscuras, extrañas manchas negras o presencias invisibles, similares a los poltergeist. Los antiguos egipcios creían que los muertos podían aparecer dentro de su propio cuerpo reanimado, y en otras muchas culturas se ha crído que los fantasmas podían presentarse como demonios, animales o incluso plantas."con estas judías me compro a í mismo y a mi familia."
Esta frase la repetían hasta nueve veces para asegurarse de que a los espíritus de los muertos les diera tiempo de recoger su ofrenda. A continuación, el dueño de la casa hacía sonar un pesado címbalo de bronce y exclamaba:
"Espíritus de mis antepasados, marchaos."
De esta forma pensaban que todos los fantasmas desaparecían hasta el año siguiente.
Los fantasmas de la Antigüedad no eran temidos como ahora, sino venerados. Sin embargo, hoy día la mayor parte de las historias de fantasmas los describen como criaturas terroríficas que sólo aparecen cuando el espíritu de una persona muerta está intranquilo por alguna razón. Algunos espíritus están condenados a asustar a los humanos por pecados que cometieron en vida. Otros caminan aún por la tierra debido a que su muerte fue violenta o inesperada. Para librarse de uno de estos espíritus indeseables, lo más común es llamar a un exorcista o "liberador de fantasmas", pero también se puede vencer a algunos espectros con sólo volver a enterrar sus huesos en un cruce de caminos; de este modo quedan desorientados para toda la eternidad.









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