viernes, 26 de febrero de 2010

Drácula de Bram Stoker

El vampiro que hay entre nosotros tiene la fuerza de veinte hombres y es más astuto que cualquier mortal, porque su sagacidad ha ido aumentando con los siglos; es una bestia, o peor que una bestia; es insensible como un demonio y carece de corazón. Así que, ¿cómo entablaremos la lucha para destruirle?


Con el fin de ultimar la compra de una finca cerca de Londres, el joven y prometedor abogado Jonathan Harker es enviado a pasar unos días en el castillo Drácula, en pleno corazón de la remota Transilvania.
A pesar de las advertencias que recibe de los lugareños, que él atribuye a la mera superstición, Harker llega al fin a su destino, incapaz de imaginar lo que allí le aguarda.

Bajo sus exquisitas maneras, su anfitrión, el conde Drácula, se revelará como un ser extraño e inquietante: sólo se presenta de noche, nunca come, posee una fuerza fuera de lo común... y su imagen no se refleja en los espejos. Jonathan descubrirá demasiado tarde que es prisionero de una criatura demoníaca, capaz de controlar a las bestias y los elementos, y de sus aterradoras concubinas, sedientas de la sangre de los incautos que se han aventurado a morar en el castillo.

Pero hay algo más terrible aún que el joven ignora: el conde ha decidido trasladarse a Londres para extender su reino de horror y muerte. ¿Habrá alguien que sea capaz de detenerlo?


Con Drácula Bram Stoker creó uno de los mayores clásicos de la literatura de terror de todos los tiempos.
A través de los diarios de sus protagonistas nos vamos adentranto en esta escalofriante historia que aún hoy en día, nos sigue enganchando como si su autor la acabara de escribir ayer mismo.

Una de las cosas que más llama la atención es que, a pesar de haber estado adaptada infinidad de veces a las pantallas cinematográficas, nadie aún ha sido capaz de crear la esencia que ideó Bram Stoker. Poca inteligencia demuestra aquél que, habiendose recreado en visualizar la adaptación de Francis Ford Copola, cree inútil leer el clásico de Stoker. Nada más allá de la realidad, ya que, a pesar de ser una buena adaptación, no deja de mostrarnos ese aire romántico del personaje más propio de Anne Rice que no de Stoker. Ya le hubiera gustado al viejo y escuálido conde haberse parecido un poco a Gary Oldman en su caracterización de perverso y seductor conde.

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